Sobre mi sinrazón
Los textos que voy compartiendo no son políticamente correctos. Ni siquiera pueden llegar a ser correctos a secas, así que mucho menos podrán aspirar a tener razón. Cuando, hace tiempo, escuchaba a mi maestra Laura Gutman decir: “Mi opinión no vale nada, ¡no me pregunten a mí!”, no podía dar crédito a sus palabras. Porque yo misma buscaba soluciones, sentencias firmes que me marcasen el camino, certezas externas que apuntalasen mi interior tambaleante.
Ahora sé que lo que importa no es una opinión, ni cinco, ni veinte. No es alzarse con la victoria en un debate. No es tratar de convencer, que al fin y al cabo no es otra cosa que imponer ideas propias en terrenos ajenos. Lo que importa es el pensamiento que cada una de nosotras podamos ir construyendo y aplicando en nuestras vidas. Lo que importa es que cada uno elaboremos nuestras propias certezas, en sintonía con lo que sentimos en lo profundo y auténtico de nuestro ser interior. En fin, la consciencia que podamos ir alcanzando.
Es más valioso que tener razón empezar a generar por nosotras mismas la seguridad y la estabilidad que buscábamos afuera. Atreverse a pensar. A escuchar lo diferente. Y a ir probando y comprobando qué sentires y visiones forman parte de nosotras, de nosotros, y cuáles son los esquemas mentales impuestos tiempo atrás que ya ni siquiera vemos, pero que forman parte de la coraza invisible que nos impide abrazar la vida con la libertad y singularidad que merece cada ser humano.
Este espacio pretende ser un pequeño laboratorio de pensamiento. Un lugar de pruebas. Una propuesta para explorar por fuera del pensamiento convencional. Me voy a equivocar. Y ya lo he hecho muchas veces. Dentro de un tiempo mi propio enfoque habrá evolucionado, y quedarán obsoletas muchas de las cosas aquí escritas.
Lo único que puedo ofrecer es la propuesta de pensar un poco más allá. El compromiso de compartir una mirada que se atreva a traspasar las barreras habituales que compartimentan todas las esferas de nuestra sociedad, y que acaban compartimentándonos también a nosotras mismas. No es coser y cantar. Pero es apasionante. Buscar la libertad siempre lo ha sido.